El código elaborado por el emperador Teodosio establecía que se cultivaran tierras en las fronteras del Imperio romano para alimentar con sus frutos a las tropas que custodiaban los límites del dominio de Roma. Esas tierras se llamaron limitrophus, palabra compuesta del latín limes, limitis ‘sendero entre dos propiedades rurales’ y del griego trophé ‘alimentación’, que llegó a nuestra lengua como limítrofe.
Éste es asimismo el origen del latín vulgar peninsular limde, voz registrada en 934, de la cual se derivaron lindero, lindante, colindante.
También está en el origen del adjetivo liminaris ‘del umbral de la puerta’, de donde procede preliminar, etimológicamente ‘antes del umbral’.
Fuente: www.elcastellano.org
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