Como tributo na un gran líder asesiná, nós ta publicá un parti di Las Liñeas de Chávez dedicá na e líder revolucionario di Granada, mártir Maurice Bishop.
E artículo, tá bon nota esey, tá cuminsá cu un alushón na un poema di e poeta spañó Antonio Machado qu ta papia nós di e asesinato di e gran poeta spañó Federico García Lorca: El crimen fue en Granada. Na final di e palábranan di comandante Chávez, nós ta adishoná e poema di Machado.
25 de octubre de 1983: el crimen fue en Granada, en nuestra Granada.
Por coincidir la publicación de esta nueva entrega de Las Líneas de Chávez con este aniversario doloroso para Nuestra América y el Caribe, es necesario hacer memoria.
Aquel infausto 25 de octubre miles de soldados gringos invadían una pequeña isla del Caribe que contaba con un ejército de apenas 500 hombres para defenderse.
Aquella pequeña isla se había atrevido a tomar el camino de la grandeza, la dignidad y la soberanía, dándole vida a un hermoso proceso de liberación nacional. Contaba con un líder tan carismático como querido por el pueblo: se llamaba Maurice Bishop.
Granada estaba en la mira del imperio desde el mismo inicio de aquella revolución en marzo de 1979.
Lamentablemente, la unidad entre los revolucionarios granadinos al interior del Partido de la Nueva Joya, su instrumento político, se había fracturado irreversiblemente para octubre de 1983. Todo ello tuvo como trágico colofón el arresto de Bishop y su asesinato el 19 de octubre.
Nadie se benefició más de este crimen que el imperio: le permitió contar con el pretexto que le faltaba para la invasión. Ya Washington había esgrimido, a través de sus altoparlantes mediáticos, la presencia solidaria de Cuba como un factor que convertía a Granada en eje de la desestabilización de todo el Caribe.
Los gringos prepararon el terreno durante meses, lanzando una campaña comunicacional en relación con el aeropuerto internacional -hoy se llama, con toda justicia, Maurice Bishop- que Cuba ayudaba a construir a Granada: se volvió a esgrimir el viejo argumento usado contra Cuba, esto es, Granada iba a convertirse en una base soviética.
Es pertinente recordar unas palabras del comandante Fidel Castro para extraer la lección que en ellas se encierra: ¿Eran acaso los que conspiraron contra él (Maurice Bishop) en el seno del Partido, del Ejército y de la Seguridad de Granada un grupo de extremistas intoxicados de teoricismo político? ¿Se trataba simplemente de un grupo de ambiciosos, oportunistas, o incluso agentes enemigos que quisieron hundir la Revolución granadina? Solo la historia podrá decir la última palabra. Pero no sería la primera vez que en un proceso revolucionario haya ocurrido una cosa o la otra.
Mirándonos en el doloroso espejo granadino podemos sacar una conclusión práctica: unidad, unidad, unidad en la diversidad debe ser nuestra divisa revolucionaria. Valoremos la importancia decisiva que tiene lo que Bolívar llamaba "el bien inestimable de la unión". Y aquello que cantamos desde niños: "Compatriotas fieles, la fuerza es la unión".
Queremos rendirle homenaje a Maurice Bishop: al líder y al mártir de la Revolución Granadina. Igualmente a los patriotas granadinos y a los internacionalistas cubanos que murieron peleando heroicamente contra los invasores.
El crimen fue en Granada
I El crimen Se le vio, caminando entre fusiles, por una calle larga, salir al campo frío, aún con estrellas de la madrugada. Mataron a Federico cuando la luz asomaba. El pelotón de verdugos no osó mirarle la cara. Todos cerraron los ojos; rezaron: ¡ni Dios te salva! Muerto cayó Federico —sangre en la frente y plomo en las entrañas— ... Que fue en Granada el crimen sabed —¡pobre Granada!—, en su Granada. II El poeta y la muerte Se le vio caminar solo con Ella, sin miedo a su guadaña. —Ya el sol en torre y torre, los martillos en yunque— yunque y yunque de las fraguas. Hablaba Federico, requebrando a la muerte. Ella escuchaba. “Porque ayer en mi verso, compañera, sonaba el golpe de tus secas palmas, y diste el hielo a mi cantar, y el filo a mi tragedia de tu hoz de plata, te cantaré la carne que no tienes, los ojos que te faltan, tus cabellos que el viento sacudía, los rojos labios donde te besaban... Hoy como ayer, gitana, muerte mía, qué bien contigo a solas, por estos aires de Granada, ¡mi Granada!” III Se le vio caminar... Labrad, amigos, de piedra y sueño en el Alhambra, un túmulo al poeta, sobre una fuente donde llore el agua, y eternamente diga: el crimen fue en Granada, ¡en su Granada! De: Poesías de Guerra (1936-1939) |
E bitácora aquí tá abrí pa reacshón. Tur reacshón tá someté na moderashón y solamente lo sali publicá si e «bitacorístanan» ta haña qu ta trata di un reacshón constructivo (no necesariamente mester tá di acuerdo cu nós).
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