Proviene del latín colossus (enorme, gigantesco, aplicado inicialmente a una estatua de gran tamaño) y éste del griego kolossós. Los griegos emplearon esta palabra al referirse a las grandes estatuas egipcias descritas por Heródoto, especialmente la estatua de Apolo erigida en Rodas. En castellano, coloso aparece registrado en 1580 y su derivado colosal figuraba en el Diccionario castellano (1765-83) de Esteban de Terreros.
Fuente: El Castellano
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